lunes, 8 de marzo de 2010

Meditación sin compasión



Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe. Y si tuviera profecía, y entendiera todos los misterios y todo conocimiento, y si tuviera toda la fe, de tal manera que trasladara los montes, y no tengo amor, nada soy.

Y si repartiera todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregara mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.

El amor es sufrido, es benigno;
el amor no tiene envidia;
el amor no es jactancioso,no se envanece,
no hace nada indebido, no busca lo suyo,
no se irrita, no guarda rencor;
no se goza de la injusticia,
sino que se goza de la verdad.
Todo lo sufre, todo lo cree,
todo lo espera, todo lo soporta.

El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, cesarán las lenguas y el conocimiento se acabará.

En parte conocemos y en parte profetizamos; pero cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará.

Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; pero cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño.

Ahora vemos por espejo, oscuramente; pero entonces veremos cara a cara.
Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré como fui conocido.

Ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.

Pablo en su carta a los de Corinto

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